lunes, diciembre 12, 2005

sangre

Cuando era apenas un adulto joven, sin mas experiencia que un noviazgo terminado en matrimonio, terminado en separación ante la gran evidencia que sentia dentro mio sobre mi homosexualidad, pensaba que el amor era algo digno por lo cual morir... No pensaba eso de mi matrimonio, por supuesto, muerto y enterrado por mis deseos... Pero en ocasión de conocer a alguien mas afin a mis gustos y necesidades, y habiendo sentido muy fuerte las ganas de estar con él, crei util pelear hasta el final por estar juntos... No habia medida para ese amor... Si nos peleabamos, corria a buscarlo adonde fuera... Si me psicopateaba con otros y ( alguna que otra vez) otras, lo dejaba, pero ante el menor atisbo de arrepentimiento de su parte, volvía yo a su lado, y creia eso de nunca mas volverá a ocurrir , con todo lo que te amo, y demas artimañas...
En esos momentos, habiamos acuñado con mi mejor amiga una frase que a la larga sería nuestro castigo: "hasta la última gota de sangre" deciamos, y volvíamos al ruedo cada vez, con mayores ímpetus, con creciente credulidad, con esperanzas (vanas) de que todo podía mejorar...
Pero nada de eso sucedió... La cosas solo pudieron empeorar... Cada vez menos tiempo pasaba entre peleas. Cada vez menos satisfactorias nuestras reconciliaciones. Cada vez mas ganas de salir de ese círculo, y cada vez menos fuerza para luchar por ese amor... Ilogicamente se nos iba la sangre, pero no moriamos en el intento... Al contrario, la agonía era cada vez mas intensa, se prolongaba semana tras semana, pero el final no llegaba nunca...
Hasta que ocurrió algo por lo menos, inesperado: estaba yo en una de mis sesiones de terapia, cansado de repetir mis angustias, de intentar explicarme el por que de mi inacción ante tantas agresiones... Unas pocas palabras de mi terapeuta alcanzaron para sanarme: me dijo, como al pasar: " en los círculos de violencia heterosexuales siempre hay un perverso que sabe lo que le gusta al otro, lo que le causa placer, y una histérica que piensa que en algun momento va a poder cambiarlo... No me consta que en las relaciones gays sea igual, pero..."
Esas palabras resonaron por varias horas en mi cabeza... Perverso, sabe lo que le gusta al otro, histerica, querer cambiar....
Esa noche terminé con el para siempre... Pero terminé con algo más... Descubrí que no vale la pena dar la vida por un amor, que no vale la pena nada hasta la última gota de sangre... Que el amor, como el sufrimiento tiene un límite...
Hoy puedo ser feliz, estar enamorado, y por suerte, por la terapia, por lo que sea, no sentir nunca mas esa sensación de necesidad extrema, de dar todo , hasta la vida, por amor...